martes, 12 de agosto de 2008

El Centro de Quito se abrió al arte

Cuando Claudio Jácome presentaba los tres momentos de su concierto por la Velada Libertaria, en medio de la oscuridad, matizada con la iluminación fantástica de las iglesias, apareció en el balcón del Palacio de Carondelet una silueta conocida. Apenas era una silueta lo que se alcanzaba a ver, pero la gente que estaba apostada sobre ese sector, escuchando el concierto, se olvidó de todo y lo único que quería era que iluminen al Presidente, varios decían "Mi Presidente". Es que Rafael Correa había salido al balcón, a disfrutar un poco de la Velada Libertaria, organizada por el Municipio de Quito, a un año de festejar el Bicentenario del 10 de agosto de 1809, el llamado Primer Grito de la Independencia.


Parte de la Catedral, minutos antes de iniciar el evento central de la "Velada Libertaria".

Vamos en orden, retrocedemos un poco en el tiempo y nos ubicamos hacia el medio día del 9 de agosto pasado, en la Plaza de las Culturas, en los bajos del Ministerio de Cultura, donde se organizó un festival internacional de Gastronomía. Aunque el asunto era un poco "chik", distinto a las tradicionales ferias populares, la idea fue buena. Degustar los sabores de latinoamérica fue un inicio interesante para un día sábado cargado de arte y cultura.

Muchos criterios se podrán decir de esta Velada Libertaria, sin embargo, el hecho de abrir las plazas del centro histórico para que sea el arte, en sus diferentes facetas, la que festeje los 199 años de proclamar ideales de independencia y libertad, es sin la menor duda, lo mejor que se puede ofrecer. Menos discursos, menos plataforma política. 

Como ya se vivió en los años pasados, la presencia masiva del público a veces genera un poco de desorden, sobre todo en las calles más estrechas del Centro. Amontonamientos, empujones y la consabida inseguridad que obliga a preocuparse más de los objetos personales que apreciar los espectáculos, son cosas con las que habrá que lidiar para que las cosas sean mejores el próximo año. Sin embargo, disfrutar del centro histórico, sin la molestia de autos y buses, con todo su colorido e historia, es sencillamente fantástico. A veces parece muy poco que eso pase solo una vez al año.

Largas filas para entrar a iglesias y museos derrumban la creencia de que al "pueblo no le interesa la cultura". Ese es un argumento muy utilizado por los editores y programadores de medios para darnos solo farándula, muerte y politiquería, sin entender que el espectáculo está en los museos, en el teatro, en las expresiones artísticas. Gente sencilla, común y silvestre es la que quería entrar a los museos, quería CONOCER. Por eso me atrevo a decir que solo un día al año es muy poco para que el público conozca su historia. Pero eso es mejor a nada. 


Cristian Cepdea y Victoria Velasco, de la agrupación Mi Maíz, interpretaron la Danza "Mestizo". 


Cada plaza tenía su temática específica. En la Plaza Chica, la danza contemporánea tenía boquiabiertos a un centenar de personas, que sin saber bien que querían decir los bailarines, quedaban maravillados con los movimientos, los saltos y la emoción que dejaban en las tablas los diferentes grupos. En la Plaza del Teatro la tarima estaba abierta para el jazz. Claro, antes se tenía que sortear la larga fila para entrar a una exposición sobre el Quito Antiguo, que ofrecía el Teatro Sucre. Escuchamos al grupo Nuages, que supo poner a bailar con ritmos jazz, muy en su estilo, podrán ver una pequeña parte de su intervención en un video en nuestro canal de Youtube.

Pero como la oferta era inalcanzable para una sola persona, caminamos por diferentes plazas para llegar a La Ronda. Antes, en Santo Domingo, el público copó la gran explanada para el arte musical tradicional y folcklórico. Grupos afroecuatorianos, Altiplano, Jacchigua, entre otros, compartieron ese espacio. La Ronda quedó demasiado estrecha para tanta gente, sin embargo, su esplendor se pudo vivir, siendo uno de los sitios, a título personal, más lindos del Centro.

En la Plaza de Benalcázar, estaban grupos de la tercera edad, tanto de danza y corales, así como expresiones de teatro cómico. Para los jóvenes se dispuso una gran tarima en San Francisco. Allí pasaron los Tomback, Esto es Eso y Chaucha Kings, entre otros. Para cuando saltaron al escenario los Chaucha Kings, ya eran los primeros minutos del 10 de agosto, pero este grupo tuvo que lamentar la baja de su vocalista, Hugo Ferro, quien por un problema de salud no pudo ser parte del concierto, y fue a él a quien sus compañeros de música dedicaron el espectáculo.

En medio de todo ello, y como evento central, fue el concierto en la Plaza Grande, donde por varios minutos el show se lo llevó el Presidente Correa, quien sin figurar mucho, compartiendo con sus hijos del concierto de Claudio Jácome, no pudo escapar a responder a los cientos de saludos que espontáneamente se expresaban desde la Plaza Grande. El concierto empezó casi puntual, si bien no llegó a conmover las fibras íntimas del patriotismo, gustó al público, mucho más cuando se inició la segunda parte, Quiteñadas, donde se interpretaron temas de la ciudad.

El espectáculos de luces cerró el concierto y abrió la velada libertaria. Muchas luces, con distintos efectos, paralizaron a la gente que llenó la Plaza Grande. Este fue el evento que llenó al Centro de arte y a la gente de Quito y sus visitantes de orgullo. Siendo tan grande, es solo una pequeña muestra de lo que es la ciudad Capital hoy en día. Un cúmulo de expresiones. Las evaluaciones quedarán para los organizadores, cómo mejorar para el próximo año. Para el público, para nosotros que disfrutamos y pusimos a prueba el físico, es una oportunidad de reconocernos, de vernos en la historia y en el presente, de amar una ciudad y un país por su gente, por lo que se ha hecho y seguimos haciendo. Una muestra de que la libertad se la sigue haciendo todos los días y que la cultura es un elemento fundamental de la vida de los pueblos. Hasta la siguiente, la monumental Velada Libertaria.

por Santiago Estrella Silva

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