Un Quito gris, con la muerte como compañía, con la soledad como confidente. Ver la vida pasar, ver las pasiones nacer y morir. Pero no es triste, es irónico, es la eterna espera de Cuando me toque a mí, el segundo largometraje del guarandeño Víctor Arregui.
Ver a Víctor Arregui caminar por las calles del centro de Quito, como un transeúnte cualquier, con los ojos llenos de un gris color a pesimismo, a humedad de tarde lluviosa, no suena tan pesimista cuando se ve su segundo largometraje, ¨Cuando me toque a mí¨, estrenada el pasado 24 de enero, con sala llena, en el teatro Bolívar, ese viejo recuerdo del Quito de siempre.
La estadística general dice que el teatro tiene capacidad para 1090 personas, pero no pocas se quedaron de pie, y al menos unas cien más tuvieron que quedar por fuera. El estreno atrajo tantas miradas como comentarios. Y si, la temática de la peli no es precisamente la del lindo paisaje turístico de la ¨Carita de Dios¨, por lo que sin generar disgustos, muchos quedaron impregnados de ese ambiente gris, opaco, cotidiano, de un Quito que también existe en esa faceta.
Ver a Víctor Arregui en la secuencia final de su película, y verlo entrar a la sala del teatro, saludando, casi como político, a todos los conocidos y desconocidos, deja entender algo. Este tipo tiene coherencia. No es de la especie que prepara discurso, y por eso habla bajo, y por eso también hasta se equivoca, pero sabe lo que habla, sabe lo que hizo con la película.
Hacer la sinopsis de la cinta resulta complicado, complejo, porque son varios, muchos temas, que se topan unos, se ahonda otros, y se rozan otros tantos. Sin embargo, la actuación de Manuel Calisto, en el personaje central del médico legista Arturo Fernández, destaca sin opacar al resto de actores y actrices. Ese médico legisla, triste, solitario, sabio (de esa sabiduría tan popular), que en pocas palabras dice tanto, con humor negro, con fina palabra para decir !salud!.
Es la historia de este médico legista que recoje en su camilla los muertos que le deja la ciudad, los confronta, los deja hablar, y a veces hasta les exige decir algo. Pero son otras historias de este país que está ¨en la mierda¨como dice el taxista, pero que sabiendo donde estamos, seguimos viviendo, y festejando los santos.
Cuando me toque a mí es una película de plena factura ecuatoriana, encabezada por el auquista Arregui, un tipo de cabeza blanca, que como muy pocos, trata a todos por igual, alguien que impregna esa sencillez y mucha pasión a sus películas. El equipo de producción, los actores y actrices, el equipo técnico, todos amamantados con la bandera tricolor, para sonar bien nacionalistas.
Que valioso empezar este año con esta gran noticia, con el estreno de esta película, que puede generar muchos comentarios y críticas, pero que también merece el reconocimiento de un gran trabajo, de un gran esfuerzo. Esta ya en las carteleras de las salas de cine de Quito, Cuenca y Ambato, y desde el 14 de enero, en Guayaquil.
Ahora estoy contento, dentro de la tristeza de este Quito de siempre, porque Cuando me toque a mí, este artículo quedará publicado, y alguien lo leerá, y mejor aún, alguien más irá al cine a ver esta cinta. Gracias Víctor por este trabajo.
Santiago Estrella Silva
